Opio toma como punto de partida las conexiones telúricas que se establecen entre el ritual del salto de los guerreros masai y ese otro salto de la tribu punk.
A partir de ahí Opio recorre paisajes que evocan paraísos irreales, artificiales, más propios de los libros y del cine que de la realidad, más cercanos a los sueños imposibles de Cocteau que a la geografía cotidiana.
Tomando como ejes constructivos guitarras cabalgantes, bases electrónicas y ecos de flautas del desierto, Opio se adentra entre las hordas mongolas o el ambiente pesado del Vietnam de Coppola, visita la Trípoli de Gadafi o languidece en Lesbos donde las mujeres de Mitilene practican la observancia sáfica, baila desnudo en las playas de Goa ritmos tántricos o se atrinchera al paso de los caballos de los persas.
Por Opio transitan, envueltos en humo del color del Napalm, y vadeando en un barco de vapor el viejo Nilo, viajeros como Patti Smith, Artur Rimbaud, Sex Pistols, The Doors, Alejandro de Macedonia, Agatha Christie o Lawrence de Arabia.
A partir de ahí Opio recorre paisajes que evocan paraísos irreales, artificiales, más propios de los libros y del cine que de la realidad, más cercanos a los sueños imposibles de Cocteau que a la geografía cotidiana.
Tomando como ejes constructivos guitarras cabalgantes, bases electrónicas y ecos de flautas del desierto, Opio se adentra entre las hordas mongolas o el ambiente pesado del Vietnam de Coppola, visita la Trípoli de Gadafi o languidece en Lesbos donde las mujeres de Mitilene practican la observancia sáfica, baila desnudo en las playas de Goa ritmos tántricos o se atrinchera al paso de los caballos de los persas.
Por Opio transitan, envueltos en humo del color del Napalm, y vadeando en un barco de vapor el viejo Nilo, viajeros como Patti Smith, Artur Rimbaud, Sex Pistols, The Doors, Alejandro de Macedonia, Agatha Christie o Lawrence de Arabia.
Opio en escena se plantea con dos bailarines (Victoria Talaván y Juan Luis Leonisio) y dos músicos (Pizarro y Dedé Delgado) que, lejos de servir de mero apoyo musical, de banda sonora, interactúan y dialogan entre ellos mismos y los propios bailarines.
Cercano al universo urbanita del hip hop la presencia de los músicos se compone de dos set. Un equipo de percusiones donde abundan los djembés y las darbukas y un set de Dj.
Delante de ellos los bailarines van progresando, narrando esas historias de mundos perdidos y literarios, de amores oscuros y viajes al trance que enhebran el universo de Opio.
A través de paso a dos o de solos alternos, Paspié Danza recorre esos paisajes a los que se acercan las músicas nerviosas del opio con parada y fonda en los ritmos africanos y el exotismo de los viajeros decimonónicos.
El lenguaje de Opio a pie de escena pretende ahondar en las formas contemporáneas de la danza, formas en las que conviven la vieja performance, los nuevos ritmos de Malí o Burkina Faso, y, por supuesto, el baile roto del bronx.
La expresión escénica de Opio no necesita de grandes espacios, pero sí de la noche y de lugares singulares.
Esta expresión se puede reforzar con aditamento visual a través de proyección en pantalla donde se reflejan las imágenes del desierto, de los hoteles desvencijados de Saigón y los pasos perdidos de los caballos de Gengis Khan.
Cercano al universo urbanita del hip hop la presencia de los músicos se compone de dos set. Un equipo de percusiones donde abundan los djembés y las darbukas y un set de Dj.
Delante de ellos los bailarines van progresando, narrando esas historias de mundos perdidos y literarios, de amores oscuros y viajes al trance que enhebran el universo de Opio.
A través de paso a dos o de solos alternos, Paspié Danza recorre esos paisajes a los que se acercan las músicas nerviosas del opio con parada y fonda en los ritmos africanos y el exotismo de los viajeros decimonónicos.
El lenguaje de Opio a pie de escena pretende ahondar en las formas contemporáneas de la danza, formas en las que conviven la vieja performance, los nuevos ritmos de Malí o Burkina Faso, y, por supuesto, el baile roto del bronx.
La expresión escénica de Opio no necesita de grandes espacios, pero sí de la noche y de lugares singulares.
Esta expresión se puede reforzar con aditamento visual a través de proyección en pantalla donde se reflejan las imágenes del desierto, de los hoteles desvencijados de Saigón y los pasos perdidos de los caballos de Gengis Khan.